En la noche del 3 de julio y las primeras horas del 4 de julio de 2025, Rusia lanzó un ataque a gran escala contra Ucrania, desplegando 11 misiles y 539 drones. El objetivo principal fue Kiev, donde al menos 23 personas resultaron heridas, 14 de las cuales fueron hospitalizadas. Se reportaron daños en ocho áreas de la ciudad. Las defensas aéreas ucranianas interceptaron 478 proyectiles, pero nueve misiles y 63 drones alcanzaron sus objetivos. Entre los misiles utilizados se encontraban un misil hipersónico Kinzhal y seis misiles balísticos Iskander-M.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, declaró que la presión internacional sobre Moscú es crucial para cambiar las acciones de Rusia. El ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Andriy Sibiga, sugirió que el momento del ataque, inmediatamente después de una llamada telefónica entre el presidente estadounidense Donald Trump y el presidente ruso Vladimir Putin, fue una señal del desprecio de Rusia por Estados Unidos y los llamados a poner fin a la guerra.
En respuesta a las preocupaciones de seguridad, Estados Unidos ha suspendido algunos envíos de armas clave a Ucrania, incluidos los misiles Patriot, para evaluar sus propias reservas militares. Esta decisión ha causado preocupación en Ucrania, que teme que pueda dejar a los civiles vulnerables a los ataques rusos.
En eventos relacionados, un ataque ruso en Poltava resultó en dos muertes y 11 heridos, dañando un centro de reclutamiento militar y un edificio residencial. Un ataque aéreo en Odesa hirió a cinco personas, incluidos dos niños, y dañó la infraestructura civil, incluido un edificio residencial.