La empresa estatal de energía de Sudáfrica, Eskom, se enfrenta a una crisis energética significativa al depender cada vez más de turbinas diésel para restaurar su capacidad de generación. El 23 de septiembre de 2024, una asombrosa capacidad de 2,685 megavatios no pudo volver al servicio, exacerbando los desafíos energéticos que enfrenta la nación.
Las recientes luchas de Eskom con paradas de plantas han intensificado la presión sobre la red nacional, obligando a la utilidad a depender en gran medida de turbinas de gas de ciclo abierto. Esta situación resalta la urgente necesidad de soluciones energéticas sostenibles en Sudáfrica, ya que la dependencia del diésel no solo aumenta los costos operativos, sino que también tiene implicaciones ambientales.
Las implicaciones de la crisis de Eskom se extienden más allá de Sudáfrica, afectando potencialmente la estabilidad energética regional y las actividades económicas, particularmente en los países vecinos que dependen de las exportaciones de energía sudafricanas.