El año 2025 se perfila como un hito para la exploración espacial, con numerosas misiones significativas planeadas por las principales agencias espaciales y empresas privadas. La NASA se prepara para lanzar dos naves espaciales idénticas a Marte para estudiar su magnetosfera, marcando la primera misión coordinada de este tipo. Esta misión tiene como objetivo investigar el clima marciano y los patrones de viento desde la órbita, con un lanzamiento previsto para la primavera de 2025.
Mientras tanto, el programa Artemis, que busca devolver a los humanos a la Luna después de más de cincuenta años, ha enfrentado retrasos. El segundo vuelo de Artemis ahora está programado para abril de 2026, mientras que el primer alunizaje de una mujer se espera para mediados de 2027. En el ínterin, empresas privadas como Intuitive Machines, Firefly Aerospace y la japonesa Ispace están planeando misiones robóticas a la Luna.
SpaceX también se está preparando para el sexto vuelo de su cohete Starship, el más poderoso jamás construido, que se destinará a futuras misiones lunares y, potencialmente, a misiones tripuladas a Marte. Blue Origin de Jeff Bezos probará su nuevo cohete New Glenn para desplegar una constelación de satélites de Amazon, mientras que se planean nuevos cohetes europeos de Rocket Lab. España avanza en el diseño de su cohete Miura.
La Agencia Espacial Europea planea lanzar la misión Biomass para estudiar los bosques del mundo y los ciclos de carbono utilizando tecnología de radar avanzada. Se espera que esta misión se lance desde Kourou, Guayana Francesa, en 2025.
Además, la misión SPHEREx de la NASA realizará un mapeo espectral completo del cielo, mientras que el Observatorio Vera C. Rubin se prepara para capturar sus primeras imágenes del cielo nocturno, lo que podría proporcionar información crítica sobre la materia oscura y la formación de nuestra galaxia.
Los cambios políticos, incluida la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y el nombramiento del multimillonario Jared Isaacman como nuevo director de la NASA, podrían influir en la dirección de estas misiones, lo que podría llevar a cambios sustanciales en la política espacial.