Las ciudades del Sur Global se ven afectadas de manera desproporcionada por el cambio climático, enfrentando una mayor frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos, el aumento del nivel del mar y la escasez de recursos. Estos desafíos se ven exacerbados por las vulnerabilidades existentes derivadas de los legados coloniales, la rápida urbanización y las desigualdades sociales.
Los impactos del cambio climático en las ciudades del Sur Global son multifacéticos. El aumento de las temperaturas contribuye al estrés por calor y los riesgos para la salud, especialmente en los asentamientos informales. La escasez de agua y las sequías se están volviendo más frecuentes, afectando la agricultura y los ecosistemas de agua dulce. Las ciudades costeras están amenazadas por el aumento del nivel del mar y las marejadas ciclónicas, mientras que las ciudades de montaña enfrentan riesgos por el derretimiento de los glaciares y los deslizamientos de tierra.
El cambio climático también tiene impactos económicos significativos, afectando los medios de vida, las industrias y las economías locales. Las ciudades que dependen de la agricultura experimentan fallas en las cosechas e inseguridad alimentaria, mientras que los trabajadores informales son particularmente vulnerables a las interrupciones en sus actividades laborales y las pérdidas de ingresos.
Para abordar estos desafíos, se requiere una transición urbana justa, priorizando la equidad social, la sostenibilidad ambiental, la gobernanza inclusiva y la resiliencia económica. Esto implica garantizar un acceso equitativo a los recursos, los servicios y las oportunidades para las comunidades marginadas, promover empleos verdes y prácticas de planificación urbana sostenible, e invertir en infraestructura resiliente al clima.
Las soluciones locales son cruciales, incluyendo la infraestructura verde, el transporte sostenible, las fuentes de energía renovables y la gestión integrada de residuos. También es esencial abordar las causas profundas de la injusticia climática, como las desigualdades históricas y la falta de representación de los grupos vulnerables en los procesos de toma de decisiones.
Una transición urbana justa no solo es esencial para mitigar el cambio climático, sino también para crear entornos urbanos más equitativos, inclusivos y sostenibles para todos los residentes.