En 2024, Nigeria enfrentó intensas olas de calor y tormentas de polvo, lo que provocó un aumento en los casos de meningitis, especialmente en áreas empobrecidas. Las temperaturas extremas, que alcanzaron niveles sin precedentes, se han relacionado con el cambio climático, exacerbando los problemas de salud pública.
El Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea declaró 2024 como el año más cálido registrado, con temperaturas globales promedio que superan en 1,5 °C los niveles preindustriales. Esta alarmante tendencia ha resultado en eventos climáticos severos, incluidas olas de calor mortales y sequías que afectan a millones en diversas regiones.
En India, Nueva Delhi experimentó su ola de calor más larga en 13 años, con temperaturas superiores a 40 °C. La combinación de calor extremo y contaminación del aire ha llevado a graves consecuencias para la salud de los trabajadores al aire libre, con niveles crecientes de ozono a nivel del suelo que contribuyen a problemas respiratorios.
Mientras tanto, la selva amazónica ha sufrido incendios forestales récord, impulsados por una sequía prolongada y la deforestación. En 2024, se registraron más de 53,620 brotes de incendios, afectando gravemente la biodiversidad y la salud de las comunidades indígenas, con un aumento de las enfermedades respiratorias reportadas.
En Uganda, los conflictos entre humanos y fauna han escalado a medida que las poblaciones de elefantes se recuperan debido a esfuerzos de conservación efectivos. Se han implementado cercas eléctricas para proteger los cultivos de los elefantes, abordando la creciente tensión entre la fauna y los agricultores locales.
Estos eventos interconectados ilustran los desafíos multifacéticos que plantea el cambio climático, que no solo amenaza el medio ambiente, sino que también exacerba los riesgos para la salud pública y los conflictos entre humanos y fauna. A medida que aumentan las temperaturas globales, la urgencia de estrategias integrales para mitigar estos impactos se vuelve cada vez más crítica.