Este año, los investigadores han documentado 18 incidentes de comportamiento agresivo de un delfín mular indo-pacífico (Tursiops aduncus) frente a la costa de la prefectura de Fukui, Japón, resultando en lesiones pero afortunadamente sin fatalidades.
El comportamiento inusual se atribuye a un delfín macho que parece haberse asentado en la zona, causando preocupación entre los bañistas locales. Normalmente, los delfines machos pueden crecer hasta 2.7 metros y pesar un mínimo de 230 kilogramos, con una amplia distribución que incluye aguas alrededor de Australia y el Golfo Pérsico.
Los informes de ataques de delfines comenzaron en 2022, pero la situación se ha intensificado en 2024, con incidentes que involucran lesiones graves, incluyendo costillas rotas y mordeduras profundas. Un niño requirió de 20 a 30 puntos de sutura tras un encuentro.
El ecólogo Tadamichi Morisaki sugiere que el comportamiento agresivo del delfín puede derivar de un deseo de interactuar con los humanos en lugar de una verdadera hostilidad. Afirma que si el delfín hubiera tenido la intención de causar daño, podría haberlo hecho de manera más efectiva.
Los investigadores están analizando actualmente fotos y videos para determinar si un solo delfín es responsable de todos los ataques y esperan desarrollar un sistema de alerta temprana acústica para advertir a los bañistas sobre posibles peligros.