Las tensiones entre India y Pakistán se han intensificado, con ambos países intercambiando acusaciones sobre el inicio de hostilidades a lo largo de la Línea de Control (LoC) en Cachemira. India afirma haber repelido ataques con drones y municiones procedentes de Pakistán, mientras que Islamabad niega estas afirmaciones y acusa a Nueva Delhi de incursiones transfronterizas con drones que han resultado en bajas civiles. Los informes locales detallan intensos intercambios de artillería que han causado muertes y heridos.
Ambas naciones niegan haber iniciado acciones ofensivas; el Ministro de Información de Pakistán ha desestimado las alegaciones indias como infundadas. La comunidad internacional, incluyendo Estados Unidos, China e Irán, ha hecho un llamado a la moderación y a la desescalada, instando a basarse en información verificada en un contexto de creciente desinformación. Estos enfrentamientos representan una escalada significativa entre las potencias nucleares, generando preocupación por un conflicto más amplio.
Se informa que ambos países mantienen comunicaciones a nivel de sus respectivos Consejos de Seguridad Nacional para gestionar la situación. La crisis de mayo de 2025, que incluyó ataques aéreos y con misiles, así como guerra de drones, marcó un punto de inflexión. India lanzó la "Operación Sindoor" en respuesta a un ataque terrorista en Pahalgam el 22 de abril de 2025, que causó la muerte de 26 civiles. Pakistán respondió con su "Operación Bunyan-un-Marsoos", evidenciando una asimetría en capacidades y una disposición a escalar más allá de los campos de batalla tradicionales.
La situación ha tenido repercusiones económicas, afectando rutas comerciales, flujos de energía y cadenas de suministro regionales. Los mercados emergentes, particularmente en el sur de Asia, han experimentado fuga de capitales y depreciación de sus monedas. Sectores como el textil, agrícola y energético se han visto vulnerables, mientras que las acciones de defensa y tecnología han atraído inversión. La crisis ha profundizado los desafíos fiscales de Pakistán, exacerbando su dependencia de la ayuda externa y afectando sus exportaciones agrícolas debido al cierre de fronteras y la suspensión del Tratado de Aguas del Indo por parte de India.
La reciente guerra, aunque breve, ha dejado un legado complejo, intensificando la militarización regional y revelando el papel de las tecnologías emergentes en conflictos convencionales. India ha demostrado una capacidad de respuesta rápida y multidominio, mientras que Pakistán ha buscado negar pérdidas territoriales y obtener simpatía internacional, aunque a costa de su economía. La dinámica de conflicto entre India y Pakistán, arraigada en la partición de 1947 y centrada en la disputa por Cachemira, sigue siendo un factor de inestabilidad global, con implicaciones para la seguridad nuclear y el terrorismo transfronterizo.