La profunda conexión entre humanos y perros se ve cada vez más respaldada por investigaciones científicas que desentrañan la notable inteligencia emocional de nuestros compañeros caninos. Estudios publicados entre 2016 y 2025 demuestran que los perros no solo perciben las emociones humanas, sino que también adaptan su comportamiento en respuesta a ellas, mostrando una sofisticada comprensión de las señales sociales.
Las investigaciones han revelado que los perros pueden integrar información emocional tanto de fuentes visuales como auditivas. Un estudio de 2016, que involucró a 17 perros, observó que estos animales pasaban significativamente más tiempo mirando expresiones faciales que coincidían con la valencia emocional de las vocalizaciones, tanto en humanos como en otros perros. Esta capacidad de integrar información sensorial bimodal para percibir emociones es una habilidad que anteriormente se creía exclusiva de los primates y, en su forma más avanzada, de los humanos. Estudios posteriores han ampliado esta comprensión. Por ejemplo, una investigación de 2021, que analizó el comportamiento de más de 90 perros, demostró que los canes pueden inferir información implícita de las expresiones emocionales humanas y utilizarla para predecir el comportamiento de los demás, informando así sus propias decisiones. Los perros en este estudio tendieron a acercarse a las personas que mostraban expresiones positivas y a evitar a aquellas con expresiones negativas.
La empatía canina también ha sido un foco de atención. Un estudio de 2018, que evaluó a 34 perros, sugirió que los perros no solo sienten empatía hacia las personas en peligro, sino que también actúan sobre ella. Los perros que abrieron una puerta para llegar a sus dueños que fingían llorar lo hicieron significativamente más rápido que aquellos cuyos dueños simplemente tarareaban. Los perros que pudieron superar el obstáculo para ofrecer ayuda mostraron menos estrés, lo que indica una supresión de su propia respuesta de estrés para actuar. En cuanto a las estrategias de comportamiento, una investigación de 2025 que observó a 650 perros en entornos urbanos y periurbanos encontró que los perros modulan su comportamiento de mendicidad en respuesta a señales sutiles como la mirada humana y la disponibilidad de alimentos. Los perros aumentaron su mendicidad activa cuando eran objeto de la mirada humana mientras se consumía comida, lo que sugiere una aguda conciencia de la atención humana.
Estos hallazgos colectivos subrayan la profunda capacidad de los perros para sintonizar con el mundo emocional humano. Su habilidad para interpretar expresiones faciales, tonos de voz y lenguaje corporal, junto con su disposición a ofrecer consuelo y ayuda, fortalece el vínculo único que compartimos con ellos. La investigación continúa desvelando las complejidades de la cognición canina, ofreciendo una visión más profunda de la inteligencia social y emocional de nuestros compañeros de cuatro patas.