El euro se ha debilitado frente al dólar en las últimas semanas, alcanzando un mínimo de cinco meses, ya que los inversores buscan activos refugio en medio de crecientes temores por una guerra comercial. La perspectiva de aranceles más altos impuestos por Estados Unidos a los productos europeos ha alimentado la incertidumbre en el mercado, lo que ha llevado a una huida hacia el dólar.
El euro ha caído un 5% desde la victoria electoral de Donald Trump en noviembre, reflejando las expectativas de un crecimiento económico estadounidense más fuerte y tasas de interés más altas. Estas expectativas están impulsadas por el impacto potencial de políticas inflacionarias como los aranceles y los recortes de impuestos, que podrían llevar a la Reserva Federal a subir las tasas de interés.
Un euro más débil podría beneficiar a los exportadores europeos, haciendo que sus productos sean más competitivos en los mercados globales. Sin embargo, también podría conducir a precios de importación más altos, lo que podría alimentar la inflación en la región.
El impacto de un euro más débil en las empresas europeas es mixto. Si bien los exportadores pueden beneficiarse de una mayor competitividad, las empresas con operaciones en América Latina podrían verse afectadas negativamente por la devaluación de las monedas en esa región. Por ejemplo, BBVA en México, que genera casi la mitad de sus ganancias allí, y Banco Santander, con operaciones en Brasil y otros países latinoamericanos, podrían enfrentar desafíos.
Las empresas con operaciones en Estados Unidos, por otro lado, podrían beneficiarse de un dólar más fuerte. Sus ganancias denominadas en dólares valdrían más cuando se conviertan de nuevo a euros.