Un estudio a gran escala, publicado en JAMA y presentado en la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer en julio de 2025, revela que una intervención de estilo de vida estructurado mejora significativamente la función cognitiva en adultos mayores con riesgo de deterioro.
El estudio U.S. POINTER, que siguió a más de 2,000 participantes de entre 60 y 79 años durante dos años, comparó un programa integral y estructurado con un enfoque autodirigido. La intervención estructurada incluyó actividad física regular (30-35 minutos de ejercicio aeróbico de intensidad moderada a alta cuatro veces por semana, más ejercicios de fuerza y flexibilidad dos veces por semana), adherencia a la dieta MIND, entrenamiento cognitivo (programa de entrenamiento cerebral en computadora tres veces por semana durante 30 minutos, además de actividades intelectuales y sociales regulares) y monitoreo de la salud.
Los participantes en el programa estructurado mostraron mayores mejoras anuales promedio en la función cognitiva global en comparación con los del grupo autodirigido. Específicamente, el grupo estructurado experimentó un aumento promedio anual en la cognición global de 0.243 desviaciones estándar (DE), frente a 0.213 DE por año en el grupo autodirigido, una diferencia estadísticamente significativa (P =.008).
Estos hallazgos, que demostraron que los beneficios cognitivos fueron consistentes en todos los grupos demográficos (edad, sexo, etnia, estado de salud cardíaca y genotipo APOE-e4), subrayan el papel fundamental de un enfoque multifacético del estilo de vida en el apoyo a la salud cerebral y el retraso potencial del deterioro cognitivo en las poblaciones que envejecen. La dieta MIND, que combina elementos de las dietas mediterránea y DASH, se ha asociado con un menor riesgo de deterioro cognitivo, y estudios indican que una mayor adherencia a esta dieta puede reducir dicho riesgo en un 4%. El ejercicio físico regular, especialmente el aeróbico, también es crucial, ya que aumenta el flujo sanguíneo al cerebro y promueve el crecimiento de nuevas conexiones neuronales.
El estudio U.S. POINTER, financiado por la Asociación de Alzheimer, es el ensayo clínico aleatorizado más grande del país en examinar cómo el estilo de vida impacta el pensamiento y la memoria. Los resultados sugieren que un programa de estilo de vida estructurado puede retrasar el envejecimiento cognitivo entre uno y dos años en comparación con un enfoque autodirigido. La intervención estructurada incluyó 38 reuniones grupales facilitadas durante dos años, un programa de actividad prescrito, adherencia a la dieta MIND, entrenamiento cognitivo y revisiones de salud regulares. Estos hallazgos refuerzan la idea de que adoptar un estilo de vida proactivo y estructurado es una vía poderosa para mantener la agudeza mental y mejorar la calidad de vida en la edad adulta avanzada.